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SEGURIDAD A MEDIDA "Sistema Profesional de Vigilancia"

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10 consejos para mejorar tus presentaciones

¿Tu presentación te parece aburrida? Quizá lo sea. Si cada diapositiva necesita minutos para ser presentada, algo no funciona como debería.
Las buenas presentaciones son importantes tanto en el trabajo como en los estudios, pues ayudan a transmitir tus ideas ante jefes, profesores y compañeros.
Te presentamos diez consejos para convertir tu presentación en una más eficaz y agradable. Cuidar uno o dos de los aspectos que vamos a mencionar es fácil y supone una mejora inmediata.

1. Un mensaje por diapositiva

La regla 10-20-30 de Guy Kawasaki
  • 10 diapositivas como mucho
  • 20 minutos para hablar
  • 30 pt. de tamaño de fuente
Pon un solo concepto por diapositiva. No mezcles temas. Escribe mensajes únicos, breves y de fácil comprensión.
El objetivo es que el público escuche lo que tengas que decir, no que esté leyendo parrafadas. Listas y párrafos interminables matan el interés.
Procura que cada frase tenga valor por sí sola, que sea una moraleja (en inglés, take-home message). Es más fácil mantener el interés del público si cada mensaje tiene fuerza por sí mismo.

2. Cuenta una historia de principio a final

Conecta las diapositivas entre ellas a través de un argumento; las narraciones mantienen el interés del espectador. Tus mensajes difícilmente tendrán fuerza si no están conectados.
Una imagen a pantalla completa al principio y al final de la presentación es un gran recurso para narrar su contenido, puesto que define el tono inicial de la presentación y la completa en un círculo armonioso.


3. Solo imágenes grandes y de alta calidad

Las imágenes cuentan más que mil palabras, pero solo si son buenas. Por buenas imágenes nos referimos a:
  • Imágenes con resolución alta (mínimo 800x600)
  • Formato PNG o JPG con poca compresión
  • Sin marcas de agua ni textos impresos
Evita las imágenes incluidas en Powerpoint y los dibujitos de Office, dan un toque amateur a la presentación. Procura también que las imágenes sean de buen gusto y pertinentes con el tema que presentas y con la audiencia a la que te diriges.

 
Para expresar el concepto "amor", la segunda imagen resulta mucho más efectiva y elegante

4. No te pases con las animaciones y transiciones

Las animaciones  están muy bien... en una película de Disney o un videojuego, no en una presentación. Texto y fotos haciendo piruetas o acercándose como naves espaciales enloquecidas solo hacen que la presentación se alargue inútilmente.
Si realmente quieres usar algunas animaciones porque piensas que son apropiadas, opta por efectos suaves, como Aparecer. Usa siempre los mismos efectos y transiciones para no molestar al público.

En caso de usar transiciones, aplica la misma a todas las diapositivas

5. Contraste alto y fuentes simples

Lo más fácil de leer es letra negra sobre fondo blanco o letra blanca sobre fondo negro. No hay razones de peso para usar un esquema de colores diferente, a menos que quieras quemar la retina de tu público (para eso, nada como rojo sobre verde).





Usa fuentes sencillas, simples y bonitas, como Verdana, Calibri, Gills Sans, Tahoma. Son fuentes de tipo Sans Serif,  sin decoraciones (serifas), pensadas para textos que van a mostrarse en pantalla.

6. Las listas numeradas captan más la atención

Los números establecen un orden y generan expectación: un vistazo a la lista y el público ya sabe de cuántas cosas vas a hablar. Las listas numeradas sugieren prioridad, calidad, importancia escalonada, competición. Generan una tensión positiva.


¿Qué lista te genera más interés, la de números o la de puntos?

Las listas de puntos o viñetas, en cambio, solo sugieren que se te ha roto el bote de las canicas. Las listas de puntos son aburridas porque los puntos no transmiten ninguna información.

7. Explica los acrónimos

A la gente le gusta poder pronunciar las palabras que ve. Aunque los acrónimos resultan tentadores por su escasa longitud, enfrían la relación con el público. Extiende el acrónimo siempre que te sea posible.


8. Escribe poco texto y sencillo

La gente ha venido a escuchar lo que dices, no a leer. El material que aparece en las diapositivas sirve únicamente para fijar la atención y para apoyar tus palabras. Todo lo demás debe ser impreso o eliminado (ver punto 9).
El léxico debe ser sencillo. El argot y los tecnicismos rara vez son necesarios. Abusar de expresiones arcaicas o cultas únicamente te hará parecer un pedante.

9. Haz una versión para pantalla y otra para imprimir

Una cosa es presentar en pantalla y otra muy distinta distribuir un documento impreso. Lo que hay en pantalla es demasiado pobre en contenido para ser disfrutado en el papel, y lo que está en el papel no puede mostrarse en la pantalla.

Powerpoint permite imprimir cada diapositiva junto con sus anotaciones internas, que amplían la información

Usa las anotaciones para añadir información extra e imprime una versión PDF donde se vean las diapositivas junto con las anotaciones asociadas. Quien quiera tener las notas a mano, puede imprimirlas en papel.

10. Guárdalas siempre en formato compatible con TODO

Lo más embarazoso que puede ocurrir al hacer una presentación es que el archivo PPT o PPTX no se abra por un problema de incompatibilidad de versiones.
Guarda tu presentación en dos o tres formatos distintos si no sabes qué versión de Powerpoint está instalada allá donde vayas a presentar.


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¿Por qué dividimos el día en 24 horas de 60 minutos?

Estamos tan habituados a que el día tenga 24 horas y que cada una de ellas tenga 60 minutos de 60 segundos que nos olvidamos que se trata de un sistema tan arbitrario como el que rige la puntuación del tenis. ¿No sería más intuitivo aplicar el sistema métrico decimal también al tiempo y tener 100 horas diarias (más cortas) de 100 minutos, a razón de 100 segundos la unidad? Ya se intentó, pero fracasó miserablemente.

En realidad, el sistema decimal es tan arbitrario como el sexagesimal aunque más “natural” anatómicamente: tenemos diez dedos en las manos, de modo que al contar emergen el diez y sus múltiplos. Sin embargo, el diez no es un número fácil de fraccionar, porque al dividirlo en números enteros ya salen dos números primos: 5 y 2.

Los habitantes del Creciente Fértil también tenían diez dedos y contaban con ellos, o más bien con sus falanges: con el dedo pulgar derecho señalaban cada una de las falanges de los dedos de la misma mano, empezando por el meñique, de modo que se podía contar hasta 12 (4×3). Para cifras mayores se levantaba un dedo de la mano contraria (ahora sí, 5), de modo que podía completarse hasta 60 unidades (12 x 5 = 60). De esta forma, explica la docta Wikipedia, el 60 se convirtió en una “cifra redonda”, “convirtiéndose en una referencia habitual de transacciones y medidas”. Incluidas, claro, las horas del día.


¿Por qué entonces cada segundo se divide en 10 décimas y 100 centésimas, en lugar de en, por ejemplo, 60 décimas y 2.400 centésimas (o cualquier otro nombre)? Simplemente porque estas fracciones no eran necesarias en aquellos remotos tiempos, siendo aportaciones posteriores, cuando el sistema métrico decimal había sido completamente implantado.

La ventaja del sistema sexagesimal es que es mucho más “maleable” que el decimal: el 12 es fácilmente divisible en cuadrantes (4 de 3) y en mitades (2 de 6), de modo que es más práctico que el 10. A las 12 horas que duraba el día añadieron otras 12 divisiones de un “hipotético recorrido de un sol nocturno”, completando las 24 horas que seguimos teniendo hoy.



La Revolución Francesa no sólo supuso una ruptura con el Viejo Régimen sino también con sus unidades de medida. En un ejercicio de racionalismo de base 10, los revolucionarios instauraron en 1791 el Sistema Métrico Decimal como “medida sublime del hombre”. Se instauró que el día tuviera 10 horas (de 144 minutos nuestros), y la hora estuviera dividida en 100 minutos (a razón de 86,4 segundos). El segundo “revolucionario” equivalía por tanto a 0,864 segundos, explica Alasdair Wilkins en IO9. La semana tenía 10 días, aunque el año seguía teniendo 365 días, pues poco se podía intervenir en este sentido.

Pero mientras seguimos usando el resto de las medidas del sistema métrico decimal –metros, kilos, litros- su aplicación en la dimensión temporal fracasó miserablemente. El tiempo decimal se abandonó por decreto en 1795, apenas cuatro años después de su instauración. Nadie pareció echarlo de menos.

Con información de Wikipedia, IO9 y Autorneto.
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¿Es libre el “software libre”?

El software libre (“free software”, en inglés) es la denominación del software que respeta la libertad de los usuarios sobre su producto adquirido y, por tanto, una vez obtenido, permite al usuario usarlo, copiarlo, estudiarlo, modificarlo, y redistribuirlo libremente. Según la Free Software Foundation, el término libre se refiere a la libertad de los usuarios para ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar el software y distribuirlo modificado.

Pero esta definición de libre se confunde a veces con “gratis” por la ambigüedad del término inglés “free”. Y aunque el software libre suele estar disponible gratuitamente, su gratuidad no es sin embargo obligatoria. Y es que no hay que asociar software libre a “software gratuito”, ya que, conservando su carácter de libre, el software libre puede ser distribuido comercialmente. En definitiva, software libre no significa que no sea comercial.

Así, en la mayoría de las ocasiones, el software libre es distribuido de manera gratuita, pero en otras ocasiones se comerciliza a cambio de un precio. Lo paradójico es que, en ocasiones, el mismo programa de ordenador se puede conseguir de ambos modos (gratis y de pago) de fuentes distintas. Por ejemplo, si alguien paga una cantidad por una copia de un software distribuido bajo una licencia GPL (General Public License), esa licencia GPL le concede la libertad de hacerlo público por un precio o no, de manera que podría pagar el precio y después distribuirlo de manera gratuita para el público en general.

Por el contrario, exigir que cualquiera que reciba el software haya de abonar una cantidad haría que el programa no fuese libre. Si la gente tiene que pagar cuando obtiene una copia del programa, entonces el programa no es libre.

Pero que el software sea libre no significa que el usuario tenga total libertad para hacer lo que quiera con él. Sin embargo, sí confiere a aquél las cuatro siguientes libertades, definidas del siguiente modo por la Free Software Foundation:

• La libertad de ejecutar el programa (libertad 0).
• La libertad de estudiar y modificar el programa (libertad 1).
• La libertad de redistribuir copias del programa (libertad 2).
• La libertad de distribuir copias de las versiones modificadas del programa a terceros (libertad 3).

En definitiva, el concepto de libre no tiene nada que ver con el precio, un precio bajo no hace al software ser más o menos libre. Un programa es software libre si los usuarios tienen todas esas libertades, es decir, la libertad de ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, cambiar y mejorar el software.
Las siguientes son algunas de las licencias de software libre más utilizadas. Para más información, el sitio web de la Free Software Foundation ha publicado un listado incompleto de este tipo de licencias:

- Licencia GPL (General Public License): Es una licencia creada por Free Software Foundation y está orientada principalmente a proteger la libre disposición, modificación y uso de software. Esta licencia posibilita la modificación y redistribución del software, pero únicamente bajo esa misma licencia. Este tipo de licencia abarcaría más o menos el 60% del software licenciado como software libre.
-Licencia AGPL (Affero General Public License): Es un tipo de licencia que deriva de la GPL de GNU. Básicamente, se ha añadido una cláusula con la finalidad de cubrir al software que se ejecuta a través de internet.
- Licencias BSD (Berkeley Software Distribution): Es una licencia de software otorgada principalmente para los sistemas BSD. Este tipo de licencia es incluso más permisiva que las anteriores ya que no implica que el resultado final sea liberado bajo licencias de software libre sino que permite el uso del código fuente en software no libre. Es la licencia más cercana al software en el que el usuario no tiene ninguna restricción.
- Licencias MPL (Mozilla Public License): Es un tipo de licencia de software libre pero no es tan permisiva como la licencia BSD. El ejemplo por excelencia de este tipo de licencia es el buscador de internet Mozilla Firefox.

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@AlexTourino




Los famosos se forran en Twitter… al margen de la ley

Se hacía eco hace en fechas recientes el New York Times de la última tendencia publicitaria en Internet, los consejos de famosos que utilizan las redes sociales para recomendar de manera aparentemente desinteresada sus marcas o productos favoritos.
 
La realidad tras esta práctica es que anunciantes y titulares de marcas pagan importantes cantidades económicas a determinadas celebrities a cambio de que de manera velada hagan referencias y menciones positivas de sus productos. Según refería la mencionada publicación, el actor Charlie Sheen llegó a cobrar hasta 50.000 dólares por cada tweet promocional de la web <Internships.com>, que recibió, consecuencia de esta campaña, casi medio millón de visitas en apenas 48 horas.

Pero esta práctica no es exclusiva de países anglosajones, empezando a observarse cada vez más en España cómo determinados famosos recomiendan los productos y marcas que supuestamente consumen.

La problemática jurídica que se plantea en torno a este supuesto es que la legislación española y, en particular, la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico, establece en su artículo 20.1 que “las comunicaciones comerciales realizadas por vía electrónica deberán ser claramente identificables como tales y la persona física o jurídica en nombre de la cual se realizan también deberá ser claramente identificable”. Asimismo dispone el precepto que deberán “incluir al comienzo del mensaje la palabra publicidad o la abreviatura publi.”

Es decir, que el usuario medio ha de saber que está ante una acción publicitaria y cuál es la empresa que oferta el producto o servicio. La razón de esta exigencia es reivindicar el derecho que tienen los consumidores a saber cuándo están recibiendo publicidad, convirtiéndose la publicidad que no es claramente identificable como tal en una práctica prohibida, convirtiéndose en publicidad encubierta.

Y en este sentido, la Ley de Compentencia Desleal, aplicable al supuesto por remisión de la Ley General de Publicidad, “considera desleal por engañoso incluir como información en los medios de comunicación, comunicaciones para promocionar un bien o servicio, pagando el empresario o profesional por dicha promoción, sin que quede claramente especificado en el contenido o mediante imágenes y sonidos claramente identificables para el consumidor o usuario que se trata de un contenido publicitario”.

Así las cosas, el famoso que se lance en nuestro país a realizar campañas publicitarias encubiertas a través de redes sociales se arriega a que le sean impuestas importantes sanciones que, en el ámbito televisivo han llegado a alcanzar el medio millón de euros.

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