
Obra de Karla sobre iPad.
“A Picasso o Van Gogh les hubiera gustado tener uno”. Un tablet. Lo dice sin ruborizarse el célebre artista británico David Hockney.
¿Herejía? No para él. A sus 74 años expone hasta abril en la sobria
Royal Academy of Arts londinense más de 150 obras, 50 de ellas
‘pintadas’ en un iPad. No está solo. Cada vez más ilustradores y
dibujantes, novatos y profesionales, abrazan las tabletas como nueva
herramienta de creación. Para unos es un simple experimento, para otros
el futuro de la profesión.
Xoan Baltar, artista gallego de 37 años, empezó primero con bocetos en el móvil y ahora se ha enganchado a la tableta. “En la prehistoria pintaban con los dedos en las cuevas, ahora lo hacemos sobre una pantalla. El fin es el mismo, expresarse, solo cambian las herramientas”, explica.
El fenómeno echó a andar con el lanzamiento de Brushes en 2008 (5,99 euros para iPad, 3,99 para iPhone), una aplicación para dibujar en el iPhone. “Su creador, Steve Sprang, me preguntó a mí y a otros artistas cómo mejorarla. Trasteamos con ella, subimos nuestro trabajo a Flickr y la cosa echó a andar”. Luego vino el iPad, con su pantalla tres veces mayor que el iPhone y la avalancha de aplicaciones, como SketchBook Pro (3,99), Zen Brush (2,39), ArtRage (3,99) o Adobe Touch (7,99).
Hoy pintar en tabletas con los dedos, el llamado fingerpainting,
en inglés, o con pinceles de toda la vida y punteros digitales, se ha
convertido en un movimiento de arte digital en sí mismo. Tanto que Samsung
ha apostado de lleno por ello con la tableta Galaxy Note 10.1, que
incorpora el lápiz digital S Note para dibujar y retocar fotografías.
Baltar ha expuesto varias de sus creaciones en Nueva York, Chicago o Alemania y vendido otras por entre 1.000 y 2.000 euros. Ahora aplica el mismo concepto al terreno del entretenimiento, al juego Katana Jack para iPhone, cuyos gráficos, decorados y personajes ha dibujado íntegramente en el iPad. “Llevamos dos meses y no va mal, hemos tenido muchas descargas en China”, dice.
El dominio del iPad sobre sus rivales, con entre el 60% y el 70% del mercado, según el estudio de turno, se refleja también en el terreno artístico. “Antes del iPad tenía un Galaxy Tab y la verdad, no hay color. Tenía que meterme todo el rato en foros para resolver dudas sobre el sistema operativo y las aplicaciones. Todavía no he encontrado nada tan intuitivo y fácil de usar como el iPad, al menos para pintar”, explica Karla Frechilla.
Frechilla, de 37 años, lleva desde los 14 pintando de todo, sobre tablas, lienzos, con acrílicos, óleo y ahora en la pantalla. La ventaja del tablet, explica, está en la inmediatez, en pasear por la calle, encenderse la inspiración, desenfundarlo y garabatear al instante sin necesidad de esperar a regresar al estudio. Sirve de cuaderno inagotable de ideas a la vez que de herramienta para rematarlas de forma profesional.
Pasarse al tablet le ha abierto nuevas formas de darse a conocer. Aún no ha vendido ninguno de sus trabajos pero la invitan con frecuencia a dibujar píxeles con los dedos en directo. Sus retratos surrealistas sobre la marcha pasman a la audiencia y la aplicación Brushes permite grabar en vídeo cómo va naciendo la obra de la nada. Con ese material ahora planea una exposición de arte digital en Madrid.
Xoan Baltar, artista gallego de 37 años, empezó primero con bocetos en el móvil y ahora se ha enganchado a la tableta. “En la prehistoria pintaban con los dedos en las cuevas, ahora lo hacemos sobre una pantalla. El fin es el mismo, expresarse, solo cambian las herramientas”, explica.
El fenómeno echó a andar con el lanzamiento de Brushes en 2008 (5,99 euros para iPad, 3,99 para iPhone), una aplicación para dibujar en el iPhone. “Su creador, Steve Sprang, me preguntó a mí y a otros artistas cómo mejorarla. Trasteamos con ella, subimos nuestro trabajo a Flickr y la cosa echó a andar”. Luego vino el iPad, con su pantalla tres veces mayor que el iPhone y la avalancha de aplicaciones, como SketchBook Pro (3,99), Zen Brush (2,39), ArtRage (3,99) o Adobe Touch (7,99).
“En la prehistoria pintaban con los dedos en las cuevas, ahora lo hacemos sobre una pantalla", dice Baltar
Baltar ha expuesto varias de sus creaciones en Nueva York, Chicago o Alemania y vendido otras por entre 1.000 y 2.000 euros. Ahora aplica el mismo concepto al terreno del entretenimiento, al juego Katana Jack para iPhone, cuyos gráficos, decorados y personajes ha dibujado íntegramente en el iPad. “Llevamos dos meses y no va mal, hemos tenido muchas descargas en China”, dice.
El dominio del iPad sobre sus rivales, con entre el 60% y el 70% del mercado, según el estudio de turno, se refleja también en el terreno artístico. “Antes del iPad tenía un Galaxy Tab y la verdad, no hay color. Tenía que meterme todo el rato en foros para resolver dudas sobre el sistema operativo y las aplicaciones. Todavía no he encontrado nada tan intuitivo y fácil de usar como el iPad, al menos para pintar”, explica Karla Frechilla.
Frechilla, de 37 años, lleva desde los 14 pintando de todo, sobre tablas, lienzos, con acrílicos, óleo y ahora en la pantalla. La ventaja del tablet, explica, está en la inmediatez, en pasear por la calle, encenderse la inspiración, desenfundarlo y garabatear al instante sin necesidad de esperar a regresar al estudio. Sirve de cuaderno inagotable de ideas a la vez que de herramienta para rematarlas de forma profesional.
Pasarse al tablet le ha abierto nuevas formas de darse a conocer. Aún no ha vendido ninguno de sus trabajos pero la invitan con frecuencia a dibujar píxeles con los dedos en directo. Sus retratos surrealistas sobre la marcha pasman a la audiencia y la aplicación Brushes permite grabar en vídeo cómo va naciendo la obra de la nada. Con ese material ahora planea una exposición de arte digital en Madrid.
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